Un niño corre el riesgo de ser medicado

Los Medicamentos se ponen de moda

El psicoanalista Ricardo Rodulfo asegura que los chicos ahora crecen en familias más democráticas. “Hay que repensar el famoso complejo de Edipo”

El reconocido psicoanalista argentino Ricardo Rodulfo dice cosas que no estamos acostumbrados a escuchar. Por ejemplo, que los chicos no son angelicales, que desarrollan la violencia desde temprano y que tienen ansias de poder.

Este especialista en infancia y adolescencia va más allá aun y desafía los conocidos y repetidos paradigmas de la psicología. Plantea que, a partir de los cambios de los roles de las mujeres y de los hombres, hay que repensar al famoso Complejo de Edipo.

–¿Podría señalar algunos de los cambios más importantes de la infancia en las últimas décadas?

–La gente tiene la impresión de que los chicos son más vivos, más despiertos que antes. No siempre es un elogio, o es un elogio ambivalente, quieren decir que los chicos son menos respetuosos, menos obedientes, son menos crédulos.

–Que no tienen límites…

–Claro. Pero creo que en realidad hay una marcada tendencia a que decline un modelo paternalista más autoritario y muy binario en el sentido que marcaba profundamente la diferencia entre el grande y el chico. Existe la explotación y el abuso de menores, y la violencia familiar pero, en promedio, hay una masa crítica de niños criados en condiciones más democráticas.

–No es malo, aunque la consecuencia sea que haya chicos menos respetuosos…

–A mí me parece que todo esto es francamente positivo, salvo que uno rindiera culto a cierto modelo patriarcal, muy gobernado por la religión. Una crianza más democrática es más difícil porque en buena medida el niño le ha perdido el miedo al grande, al castigo, a la pérdida de amor. Eso plantea una dificultad porque por un lado uno celebra que el miedo disminuya, pero por otro lado está el tema de con qué lo reemplazo cuando quiero que el chico me obedezca en algo que considero importante.

Equilibrio

–¿Se ha ido del extremo de lo autoritario al de la falta de autoridad?

–Ese es un problema. Es un desafío encontrar modos de autoridad que no se apoyen en cuestiones como el temor a Dios, al infierno, el temor al golpe o a alguna penitencia catastrófica. Es un tema porque, por otro lado, los chicos no son seres angelicales, desde temprano desarrollan su propia violencia, su propia ansia de poder. Pero lo prefiero, es como decir que vivir en democracia es más complejo y difícil que vivir en dictadura pero, la verdad, no cambio una cosa por otra.

–También hay cambios en los roles de género, con más madres trabajadoras y más padres comprometidos en el cuidado y la educación de los chicos. ¿Cómo influyen estos cambios en la teoría psicoanalítica?

–Por ejemplo, hay todo un paradigma psicoanalítico, el del Complejo de Edipo, que se basa en la idea de que el chico, en especial el varón, se enamora de la madre y ve al padre como intruso. Ahora, ese paradigma, con ese cambio de costumbres, queda muy debilitado. Un chico que está acostumbrado a que indistintamente una cosa se la hace el padre o la madre, que pasa de uno a otro, no vive al padre como intruso, para nada, tiene otro tipo de relación. Esto trae cambios afectivos de inconsciente muy profundos. El padre ya no es un personaje lejano, una figura temida y un poco odiada; es más compañero, más compinche.

Hábitos e inercias

–¿Los psicólogos están actualizados en estos cambios de paradigmas?

–En cierta medida sí, pero cuesta. Hay hábitos e inercias profesionales. Las teorías no siempre cambian a la velocidad que deberían y se siguen pensando con esquemas antiguos.

–¿Hay una sobremedicalización de la niñez?

–Hay un desarrollo de la Medicina y de las ciencias biológicas al cual le debemos mucho, como la prolongación y la calidad de vida. El problema es que todos los progresos tienen sus reversos y ocurren estas cosas que se denuncian. La perspectiva más positivista o neo-positivista tiende a valorar los procesos orgánicos en desmedro de los subjetivos y a simplificar problemáticas complejas buscando una causa única, la medicación única para la causa única, y así se ponen de moda los rótulos como el déficit atencional.

A veces, ciertos medicamentos se ponen de moda y se dan indiscriminadamente. Hoy un niño un poco inquieto corre el riesgo de que lo sospechen de déficit atencional y que le den ritalina (una medicación psiquiátrica). Y ser inquieto y desatento es parte de la niñez. De todas maneras, hay que tener en cuenta siempre los matices. No se puede hacer una acusación global porque muchos psiquiatras, neurólogos y pediatras no caen en esos extremos de medicalización. Incluso, se trabaja en equipo.

–De nuevo los extremos.

–Así como es un riesgo la medicalización, podría ser un riesgo la psicologización, es decir, pensar que todos los problemas de un niño o un adulto pueden ser resueltos con la intervención de un solo especialista. Hay que tener la humildad de pensar que siempre tenemos algo que aprender del otro.

Fuente: Diario La Voz – Córdoba, Argentina.

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